La crisis económica que desde hace más de una década afecta al mundo occidental, ha tenido claras repercusiones en la financiación de la educación superior. En la mayor parte de los países se buscan nuevas combinaciones que descarguen al presupuesto estatal de los anteriores compromisos. Es el momento, pues, de plantearse cuáles pueden ser las salidas más apropiadas al problema, salidas que, sin dejar de tener en cuenta el criterio de la eficiencia, pongan cada vez más énfasis en la equidad. Este artículo se inicia con una breve referencia al importante papel de la universidad en el desarrollo de las naciones, para pasar, seguidamente, a exponer qué criterios deben imperar en la búsqueda de esas soluciones a su financiación, enumerando los instrumentos que podrán ser utilizados y algunas de sus posibles consecuencias.