El último y tal vez más trágico episodio de este ciclo ininterrumpido de represión e impunidad comenzó con el golpe de estado de 1991 contra el presidente Jean-Bertrand Aristide, un líder popular arrolladoramente elegido con el apoyo de los desheredados, con una plataforma que proclamaba el cambio social radical. El golpe condujo a tres años de reinado del terror, durante los cuales entre 3.000 y 5.000 personas fueron ejecutadas por los militares y sus aliados paramilitares. Otros miles sufrieron arrestos arbitrarios, torturas, violaciones y golpizas, mientras que un número aún más elevado enfrentó amenazas y extorsiones. Las organizaciones populares y activistas locales fueron atacadas con particular fuerza. Cientos de miles de haitianos huyeron del terror buscando exilio en el extranjero u ocultándose. Con el regreso del presidente Aristide, los haitianos aguardaban esperanzados la posibilidad de que los represores y torturadores fueran llevados ante la justicia.