Bolivia ha sido siempre y sigue siendo, un país altamente politizado. Su controvertida, convulsionada y siempre sísmica historia, son la demostración palpable de dicha afirmación. La política, como en muchos países del Orbe, fue siempre una actividad vinculada con la relaciones entre las clases y otros grupos sociales y cuya esencia fue la de conquistar, mantener y utilizar el poder estatal para beneficio del pueblo.
La política le hizo más mal que bien. Obvio es decirlo, los causantes de los males nacionales, fueron, entre otros, los políticos, protagonistas principales de los cambios sociales, económicos, e inclusive, geográficos a lo largo de nuestra historia republicana. Actuaron siempre en un azaroso escenario donde el odio y el "canibalismo político", fueron una constante en el decurso histórico.