Plantear la democracia en Haití como utopía, es indicar desde el inicio del juego, la diferencia permanente entre estas limitaciones de lo real y un ideal que se impone en el horizonte de las conciencia. Utopia no queire decir aquí algo que sería imposible de resaltar, alguna cosa que estaría fuera del campo de lo real. Yo tomo aquí la palabra utopía en el sentido récnico desarrollado por los filósofos, desde tomás Moro a Ernst Bloch. Tampoco es una idea, un concepto, un esquema sin vida, sin atractivo, frío o inmóvil. Al contrario, una utopía se presenta como modelo que llama a la emoción, que provoca la adhesión por el juego de mecanismos afectivos, bien que toda utopia lejos de ser rechazada al horizonte de lo irreal, esta ya presente en el sujedto, hace parte de lovivido tanto como deseo y como deseado.