Los años 80 constituyeron para la sociedad guatemalteca -como para muchas otras de la América Latina- una década de "ruptura histórica". En efecto, a finales de 1970 se exacerbaron en Guatemala gran parte de las contradicciones largamente acumuladas, producto de la rigidez e intolerancia del Estado y de las clases dominantes, de la exclusión social y de la discriminación étnica. Estallaron conflictos sociales y políticos en el marco del último período de la Guerra Fría y se desencadenó la peor crisis económica desde los años 30.