El semipresidencialismo transforma al Presidente y al parlamento en órganos democráticos determinantes en el funcionamiento del sistema político, los que deben negociar a fin de determinar la composición del gobierno y el Primer Ministro. Tal perspectiva es indispensable ya que la supervivencia del gobierno depende de la confianza del parlamento y porque el Presidente tiene atribuciones para influir en la formación del gobierno y para el término del mismo, por su potestad de disolver el parlamento. Asimismo, es una característica de los regímenes semipresidenciales también tener un ejecutivo dual, en donde el primer ministro y el gobierno están separados del presidente popularmente electo y este no puede determinar su composición sin el acuerdo del parlamento.